Sobre la plaza
- editorialciudadgen
- 29 sept 2019
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Llegó a la plaza y dejó sobre el suelo de piedra lo que llevaba.
Se marcaban sus ojeras con un morado que dejaba rastros marrones, reflejando que llevaba al menos una década sin dormir.
Debajo de sus ojos se marcaban ríos de piel, por los que pasaban pequeñas gotas que concentraban salinidad en ellas.
Demasiados años pesaban en sus cervicales, demasiados años con el pasado anclado como un peso muerto en sus brazos.
Recuerda como lo hizo, recuerda donde lo guardó, recuerda hasta el minuto exacto.
La bolsa yace sobre el gris pavimento, y todo el mundo es ajeno a su contenido interno.
Era inevitable, había cosas que aunque quisiera olvidar se quedaban clavadas como una astilla a la piel, y en el peor momento dolían. Y él ya había tenido su momento más alto de felicidad, en el que se vio reflejado con un símil estúpido, que acabó por exprimirlo.
Porque quería matar al pasado, y este quería marcarle su narcisismo.
Dejó la bolsa, oyó los pitidos, contándolos desde el diez.
Diez, ya no dolía tanto verla en brazos de otro.
Nueve, ya no se acordaba de cuando tuvo las manos manchadas de sangre.
Ocho, “Echo de menos a mi hija, mañana es su décimo cumpleaños”
Siete, ¿Iré al infierno?
Seis, ¿Me odiarán?
Cinco, no debería haberla jodido.
Cuatro, no debería hacer esto.
Tres, ¿Encontrarán la carta?
Dos, al menos ya no me acordaré de lo que pasó.
Uno, quiero irme ya.
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𝐺𝑎𝑡𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑎🍃
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