top of page

Mi padre y la muerte

  • Foto del escritor: editorialciudadgen
    editorialciudadgen
  • 17 jun 2019
  • 1 Min. de lectura

Mi padre no llora. Ni cuando le duele la mano, ni cuando le duele el corazón. Mi padre no se santigua. No recita oraciones, no sigue religión. Siempre le he admirado. Pero creo que se equivoca, llorar no es tan malo. Refugiada en mi madre, le pregunté: -Papá, ¿no te duele? Ambos habíamos perdido lo mismo. Sus experiencias me contestaron: -Sí. -¿Y qué haces para no llorar? -Seguir adelante. Dijo volviendo al partido de fútbol. Sé que le dolió que le preguntara. Cada vez que pronuncia mi nombre los recuerdos de una hermana le llegan. Ahora entiendo a mi padre. Le quitaron lo que más quería y decidió no querer a nadie tanto. En ninguna religión encontró lo que necesitaba, aunque no las odia, no las encuentra útiles. ¿Alguien le dijo que no debía llorar? No me atrevo a preguntarle, porque temo ver la pena en él. Papá, no sé que haré el día que mueras. Puede que llorar, puede que me lo trague todo. Llorar no lo soluciona, no, no lo hace. Pero a veces lo necesito. Cuando me caía de la bici, cuando no encontraba mi muñeca, cuando me quitaron lo que más quería. No cambia las cosas, pero sigo siendo una adolescente y me quedan más lágrimas para soltar.

𝔊𝔞𝔱𝔞 𝔟𝔩𝔞𝔫𝔠𝔞

Comments


2020 Editorial M&A

  • Instagram Basic Black
bottom of page