Mar estancado
- editorialciudadgen
- 15 ago 2019
- 1 Min. de lectura
Siento que voy a matar. Estoy en el puerto, es más de media noche, se que hay niebla, puedo verla, atisbarla, es como una mancha que envuelve todo; pero veo a través de ella.
La veo, por fin veo a alguien, me acerco a ella y de pronto se gira. Baja, morena, tuerta… ¿Shell? Si… Shell. La recuerdo, recuerdo el barco, la recuerdo a ella… cortó la cuerda, cortó lo que me ataba…
La miró a los ojos y veo que tiembla. No la veo entera, pero notó su forma… en mi mundo ya no hay color, lo veo a través de las ánimas.
Hago fuerza en la mano, ¿Cuando he sacado mi espetón? No lo sé, pero está ahí, su filo dentado está ahí… y ella corre, intenta huir, pero es inútil. El mar me ha dado una nueva vida. No recuerdo correr, solo siento como mi cuerpo se desvanece como agua salada. Y de pronto estoy frente a ella. Alzando el espetón. Ella da la vuelta, quiere huir de nuevo. Pero no puede. La veo, resalta en el azul de las ánimas. Y lanzó el espetón, no estaba atado a mi mano, lo sé, pero ahora una cuerda etérea lo ata a mi brazo. Mi arma vuela, y después solo un grito, seguido de un cuerpo desplomándose. Corro hacia ella, tirando hacia mi del espetón, que vuelve sin esfuerzo.
La sangre se amontona como charco a mis pies, sé que está muerta. Y se que he matado
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Bill Puerta
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