Inocencia drogada
- editorialciudadgen
- 8 jun 2019
- 1 Min. de lectura
Miraba del modo más inocente,
suplicante sin mediar palabra.
Abría su boca y liberaba una nube blanca, su inocencia se veía reducida en un par de castas caladas,
lo que no lograba perder era la mirada, y el deseo de encontrar.
No te equivoques, no buscaba a nadie.
Quería encontrar algo más,
quería encontrar aquel que le brindara sus dosis,
que la llevara al límite,
al límite del éxtasis,
al límite de la ceguera.
No me malinterpretes, no necesitaba a nadie, necesitaba evadirse.
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𝐺𝑎𝑡𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑎
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