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Coleccionista

  • Foto del escritor: editorialciudadgen
    editorialciudadgen
  • 10 ago 2019
  • 1 Min. de lectura

De pequeña, coleccionaba de todo. piedras, sonrisas, imanes, atardeceres. Para cuando crecí, seguí con mi vicio. Pronto tuve una larga lista de canciones, postales, pintalabios, aromas. Me faltaba algo, besos. Robados o regalados. Con botella o sin ella. Nada, ni uno. No sabía qué me pasaba. ¿Tanto costaba conseguir un beso? No quería preocuparme. Pero lo hacía. Admiraba a la gente que los conseguía fácilmente. Aunque un día o una noche, vi que no eran tan felices, los coleccionaban para nada. Acaban dando dolor de cabeza. Entonces, a mis 13 años me di cuenta de que no coleccionaban besos, sino corazones rotos. Entonces empecé a arrancarlos, uno a uno. O 2 si había suerte. Por eso mi congelador está repleto de ellos. Porque a coleccionista no me gana nadie.

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