Rojo
- editorialciudadgen
- 17 jun 2019
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Cogió las llaves, cogió sus cosas y salió acompañada de un sonoro portazo.
La ciudad se hizo pequeña, caminaba, recordaba sus palabras, le daba igual.
Pese a la falta de aire, sus labios seguían intactos; el rojo de siempre. En su mano habia un arañazo por los trozos del cristal de reflejos. Escocía, pero estaba acostumbrada a ese tipo de marcas. Fue al lugar de siempre, a hacer lo de siempre, lo que nadie esperaba.
20 años de su vida siendo la niña de papá le habian pasado factura, y ahora había dejado de gastarse el dinero en bolsos para gastarselo en bolsas de otro contenido. Entró al lugar oscuro, resonaban los tacones, estaba acelerada y quería acabar ya, casi siempre quería las cosas rápido.
Pidió quince, quince gramos y pagó.
Todos los de allí la conocían, y acabó como todas las noches de martes; con el pintalabios corrido, líneas corridas y la falda más corta.
Es miércoles diez de la mañana y su sonrisa abruma a cualquiera; siempre en rojo.
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𝐺𝑎𝑡𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑎
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