Roar
- editorialciudadgen
- 1 sept 2019
- 1 Min. de lectura
La tenía tirada en la cama.
Casi como un gato.
Y digo casi,
porque ella era una leona.
Aquella noche jugué a cazarla.
Estúpido.
Ella era la cazadora.
Yo una presa más.
A la mañana siguiente,
solo me dejó un sujetador,
arañazos por el cuerpo
y caliente como el sahara.
No me devolvió las llamadas.
No me respondió los mensajes.
Aún creo oírla rujir.
Aún me oigo maullar.
Yo le prometía más noches
y ella era muy fiera
para estar enjaulada.
.
𝔊𝔞𝔱𝔞 𝔟𝔩𝔞𝔫𝔠𝔞👀
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